diumenge, 19 de juny del 2011

Conversación I

Marcos: Señor, no me gusta el mundo.

Rafael: ¿Podéis vos explicarme?

Marcos: Extraño belleza entre el gris de la ciudad; busco libertad entre seres condenados; siento angustia comiendo basura; se me estremece el corazón con el dorado y el billete de la hipocresía; sólo encuentro corazones vacíos de amor y llenos de ira; oscurecen mis ojos de llanto viendo maldad,... la tierra está sepultada de sangre.

Rafael: ¿Y vuestra vida?

Marcos: Un desierto. Necesito razones para continuar, para tener fe con lo que hago. Ya no tengo esperanzas de que algo pueda cambiar... algún día...

Rafael: Mostráis mucha pasividad. ¿Dejaréis que el odio domine vuestro días; que la carne derramada sean vuestras visiones; alimentaréis la codicia del que os ata; forjaréis vuestras propias cadenas; callaréis delante de la injusticia? ¿Seréis cobarde? ¿Huiréis de la dureza de la vida? ¿Reafirmaréis vuestro silencio? Si humano sois, utilizad vuestra razón, escuchad el corazón, y trabajad con manos desnudas.

Marcos: Señor, difícil tarea me pedís. Me rodea la duda. Tengo miedo, no quiero ser mal visto, incluso vendería mi libertad por ser uno más sin destacar.

Rafael: Entonces, largaros. No perdáis el tiempo. Venderos el alma y condenaros a un eterno infierno sin paz. Vos mismo ignoráis vuestras palabras.

Marcos: No quiero sufrir. Me niego a sentir más dolor.

Rafael: Pero habéis elegido, y ya debéis saber qué deseáis. Cómo vosotros mismos os condenáis.

Marcos: Señor, quiero que me ayudéis, no quiero ser cenizas ni cena de un fuego de ilusiones falsas. Perdonad mi insolencia, dadme una oportunidad, por favor.

Rafael: Cambiad el guión de vuestra historia, y cambiaréis la obra.

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