divendres, 29 de juliol del 2011

La paraula eterna

Fins i tot morint-me seguiré escrivint. La meva sang i el meu alè dibuixaran, a la basta contrada de l'aire, caràcters, que els companys mortals desxifraran. D'aquesta manera, podran reviure en la pura eternitat d'innocència. Oblidant el desig passional, però amb passió per anhelar la virtut. Recordaran injustícies passades, esdeveniments futurs ja somiats, i la majestuosa habilitat per crear el present ascendent i descendent. Besaran cada instant com si l'últim fos. Es presentaran davant del mal, en nom de la veritat suprema del bé. S'exaltaran quan la mort els abraci, sabent: que han viscut; què ha esdevingut viure: que tornen a viure rere cada canvi.
La sang s'esvairà, tenyirà les paraules amplificant la seva vibració. Omplirà l'aire del bleix reivindicatiu, per arrencar de la pell aspres tintes.
-No oblideu que l'amor, i sa importància són el petit i minuciós somriure treballador i creixent.-
Es faran grans, vells de fatiga, moriran com els infants, però ells vénen dotats d'alegria.
Tot i l'erosió de l'eternitat, la grafia perdurarà gravada a cada bri de vida.

Palabras para el resistente

Sólo ante el soplo de la muerte, en instante único, el orgullo humano se convierte en resignación cobarde.

Gritaban, tan lejos que parecía tenerlos cerca, los niños pobres que decían ser grandes. Habían perdido las letras. Mascullaban, algunos, horribles sonidos. Olvidados, todos, andaban sin conciencia, andaban sin palabras. Se resignaron a la lucha, y los Otros les robaron la conciencia. Y seguían, ambulando, distantes a su mirada.
Apenas abrir las comisuras de la boca la niebla de la barbarie se adentraba en los cuerpos. Dominados, todos, marchaban uno detrás de otros. Los pocos que veían el camino, las piedras que pisaban, envueltos en la desesperación se encontraban. Inmersos en la duda, en el dolor de la herida más grave, cogían sus fusiles y disparaban versos. Más allá de las raíces del saber, crecían con fe en el don de lo dicho, de lo escrito.
Perseguidos eran por los sembradores de la ignorancia; su lucha iba más lejos de aquellos gritos, era más profunda que su desgarrado llanto, y más fuerte que los tantos perdidos en el gran camino de la vida. Porque aquello que sus plumas empuñaban era luz, verdad que cegaba la mentira. Cultivaban a los desprovistos para que pudieran emprender una vía libre.
Te cuento, amigo, estos pasajes con palabras antiguas. Los poetas pudieron abrir muchas mentes. Pero ahora, como en las tinieblas de antaño, faltan personas que hablen, necesitamos héroes silenciosos que escriban y luchan por la verdad, por la humanidad.

diumenge, 17 de juliol del 2011

El mar de entre las tierras

Acaricias el horizonte,
sin dejar de adentrarte en las entrañas de la playa.
Tu rumor es como el olvido de cien almas;
tu canto es salado, violeta, azul y blanco.
Tus alas se mueven con todos los vientos,
dando abrazos ciegos sobre tu espalda.
Y cuando el hombre te pisa,
te hiere hasta atravesarte.

Tu rugido se confunde con viento tempestivo,
tanto, que tu llanto lo arrasa todo,
y llega a los pies de los montes.
Con un gran lamento te retiras,
despacio, recogido hacia la tierra más profunda.
Un hueco llenas, estelas en ti te dibujan.

Nublado de sal danzas,
el sol te tiñe
y te aguarda en cielos despejados;
incluso se hunde detrás de ti.
Pero tú siempre estás:
allí, donde mueren los ríos,
por donde huyen los hombres,
y en los brazos de la tormenta del levante.

dissabte, 16 de juliol del 2011

Aquell que fa una vida de la veritat del seu sofriment

La veritat per alè, la raó per mirada, la reflexió per aliment.

Així l’humà neix en ell per esdevindre fidel i servidor d’aquell desemparat. Si Ell donà la vida per nosaltres, ¿per què nosaltres no comprenem aquell sofriment aliè i l’acollim com si fos el primer?
La perdició no és fruit del fracàs, de l’autoexigència, sinó de la covardia, i de l’abandó d’allò innat que sovint s’oblida.
Com pot l’humà considerar-se lliure sense sotmetre’s a la llibertat, sense ser clar i amb ment ofuscada? Fins que no assolim la comprensió del “no”, el cop sec i gens indiferent de la veritat, no podrem, certament, entendre uns ulls que escruten més enllà de la compassió. No serem capaços de suportar el pes de la responsabilitat que sorgeix de la llibertat.


Però llibertat és veritat –i no llibertinatge. Perquè és un de sol qui decideix per les pròpies petjades que haurà de trepitjar. És singular, també, aquell que viu les seves paraules, aquell que fa una vida de la veritat del seu sofriment. 

Impulso romántico

El centello de las primeras gotas acompaña mis pasos que avanzan cubiertos de niebla. Los árboles esguardan mi dirección y los prados mis espaldas. Me hundo en este mar, me adentro en el basto olvido. Una pisada, un pie, el olor del bosque húmedo. Me traslado en una agitada década de tormento interior, de sangre a flor de piel… soy como el joven Werther que corre sin saber a donde, que huye de un impulso del alma. Temeroso del futuro y con el rostro grabado de un horror del pasado, me alejo, sin destinación, de algo personal, de un sentimiento desconocido. Mis sordos pasos coinciden con algún titubeante canto perdido. Un grito alegre de un niño, un dulce pájaro, el viento… Y corro incesantemente. Más lejos, más me encuentro en medio de la incertidumbre del bosque. Muerte, ¿a dónde estás? ¿La vida? Un error, una agonía. Las ramas cortan mi silueta, se interponen en mi travesía. Sin aliento aparezco delante de un campo verde y crecido. Mi cuerpo vacila y se deja caer. La repentina aparición de las espigas luchando para su dorada conversión estorbó mi ansiedad. Mis deseos se rompieron como los cristales de una ventana. Y pude ver más allá, pude respirar el aire del exterior. Mi físico desaparecía, mi mente era tan grande y ligera que podía abarcar todo el paisaje. Unos tímidos rayos trazaban los últimos detalles de vida. Me había encontrado con el mundo. 

divendres, 1 de juliol del 2011

Como Horacio en el despertar

El sol penetra tímidamente en la estancia. Una luz muy blanca se confunde con las paredes salinas. El vaivén del aire cosquillea las cortinas de lino, dejando ver un mar de primavera cubierto por un cielo azul. Como botones de una blusa, entran volando los pétalos del manzano. Estos perfuman, con juegos de sombras, la estela de luz que van recorriendo. Mientras él, tumbado en su cama, empieza a entreabrir los ojos pesados de tanto soñar. Aquella aroma de vitalidad que se apodera de su cuarto trae consigo recuerdos de los inalcanzables años de la niñez, tan etéreos como la esencia que abraza las flores, o la tibia prisa del viento. Aparta las sábanas sin esfuerzo y, de pie, se acerca al ventanal. Allí siente, y nota, un festín de paz, la luz dibujando su silueta, el Ponente bañándole y mezclándose con su cara. Se esparce el pelo con las manos, deseando congelar el rescoldo y la vida de semejante instante. Musitan, lejos, pájaros con plumaje de melocotón; silban cantos de alegre esperanza, inmiscuidas, las melodías, en boca de los aúllos del temor.
Se reclina y saca la cabeza para absorber con más intensidad el momento. Cuando Apolo empieza a resquemarle la piel, se refugia del sol. Se viste y prepara para la nueva jornada, al mismo tiempo que se despide, con desaliento, de aquel sorbo de abril, de aquel gozo de tranquilidad.